Narciso
La antigua Grecia clásica, amante de la cultura, expresó a través del
arte no sólo la belleza humana con un sentido fiel, sino las debilidades que
agobiaban al hombre.
Así, en su mitología, los dioses griegos se mezclan con los humanos y
participan de sus amores, tragedias y glorias, ya para inmortalizarlos ya para
imponer el merecedor castigo.
Precisamente narra su mitología que la bella ninfa Liriope, no pudiendo
resistir el encanto del río Cefiso, se enamoró de éste y, bajo el arrullo de
las aguas, concibieron un hijo a quien llamaron Narciso.
Ante este fausto acontecimiento, los dioses del Olimpo volcaron en aquel
niño toda la belleza para hacer de su cuerpo la perfección humana; nada en
apariencia escapó al ingenio de los inquietos y poderosos dioses. Sin embargo,
tal parece que olvidaron sembrar en el alma de Narciso, los sentimientos que lo
hicieran e identificaran realmente como un humano.
Con el transcurrir del tiempo aquel niño crecía y, con él, también
aumentaba la admiración hacia sí mismo; no existía en su entorno cosa o ser que
mereciera su atención. Convertido ya en un efebo, pasaba largas horas
observando y admirando la hermosura de su cuerpo reflejada en las aguas de
aquella fuente, espejo de su vanidad.
¡Qué hermoso soy! -solía decir- Tengo la belleza de cada uno de los
dioses; ni la Naturaleza con todos sus encantos iguala mi perfección física. La
misma que guarda mi figura se cohíbe, se empequeñece.
De esta manera, sin sentirlo, Narciso caía en el negro abismo de la
soberbia enferma y desmedida admiración por su cuerpo, lo hizo olvidar que su
condición humana lo hacía mortal y que los dioses del Olimpo podrían molestarse
ante tanta ofensa
Cierto día, embelesado por la belleza de su cuerpo, quiso Narciso asir
su figura que se reflejaba en las aguas de la fuente. Más… caro fue el precio
de su osadía porque al intentarlo, cayó al fondo de la fuente y murió ahogado.
Los dioses transformaron el cuerpo de Narciso en la flor que hasta hoy
lleva su nombre, quizás como una lección para que todos los mortales no
enfermemos de “narcisismo”.
REFLEXIÓN:
Narciso, en vez de estar agradecido por lo que habla recibido sin hacer
ningún esfuerzo obtener, se dejó llevar por la por vanidad.
Todas las habilidades que tenga el ser humano no podrán evitar que
se equivoque. La sencillez, la humildad y reconocer nuestras limitaciones harán
que brillen más nuestras habilidades y aptitudes.
Generalmente el que se comporta con superioridad será humillado pero, el
que es sencillo, será motivo de consideración y respeto.
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