viernes, 6 de noviembre de 2015

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Consejos
En aquella población se rumoraban tantas cosas de la ciudad capital que cuando el llego a ella sintió temor al ver ese monstruo de concreto que, si en las películas se veía muy bonita, con sus coches caminando como hormigas y sus millones de ojos encendidos, ya transitando sus calles era diferente: la piel se ponía “chinita” y el corazón se quería escapar por la garganta tan asustado que se ponía.
Aun recordaba aquellas recomendaciones de su mama y su abuela, consejos todos tendentes a observar un buen comportamiento, para merecer el respeto de los demás y así evitar problemas que pudieran causarle daño. En cambio su padre permanecía despreocupado, quizás porque había vivido ya en la ciudad de México, no hacía caso tanto “milagrito” que se le colgaba a la antigua Tenochtitlan.
-Recuerda bien –solía decirle su abuela- que el ladrón y el malagradecido no tienen cavidad en ningún lado; de todos los lugares son rechazados porque nadie les tiene confianza.
Como siempre, ese día al terminar las clases espero en el sitio acostumbrado a su amigo, ambos compartían aquel reducidísimo, pero gigantesco en ilusiones, cuartito. La necesidad ayuda muchas veces a sacar fuerzas sin haber de donde, por esta razón los dos regresarían caminando a casa, pues viajar en camión era un lujo que no podían darse, sobre todo cuando la “beca” había volado días atrás.
Mira que ricos tacos – dijo su amigo- me comería fácilmente unos diez.
- Si es cierto – repuso el otro- con eso de que no comemos desde ayer, diez hasta serian pocos.
- Pero… espérate; ahora que terminemos nuestras “carreras “nos vamos a dar vida de rey – agrego el amigo.
- pues… primero hay que comer, si no dudo mucho que terminemos nuestros estudios – concluyo el otro.
- oye… ¿y si le pedimos unos “tacos” y luego echamos “un corridito”? anímate, al fin no creo que nos alcance el taquero – dijo si amigo.
Como si hubiese escuchado la sugerencia, el estómago protesto con un dolor y los intestinos empezaron a “gruñir”.
- ¡No yo no le entro¡ - contesto el otro- .
En primer lugar eso sería un robo y, en segundo, este hombre vende “tacos” por qué tiene necesidad. Yo creo que más vale flaco, pero libre, que gordo en el “botellón”.
De esta manera, tragando mucha sálica para engañar a las tripas “tripas”, se fueron caminando y riéndose con las ocurrencias de cada quien.
     

REFLEXION:
Respetar las cosas ajenas no solo nos hace honrados, si no también garantizamos nuestra seguridad y libertad.

Sin embargo, no debemos actuar con honradez solo por temor a ser castigados, debemos de aprender a que una persona honrada es digna de elogio a pesar de que ello no le represente ninguna utilidad, ni reconocimiento, ni provecho.

En ocasiones podrás sentirte muy pobre por no poseer riquezas y estarás tentado a “robar” o quitar a otros algo que desea. Si lo haces te sentirás siempre perseguido, culpable, señalado; si eres honrado, te sentirás orgulloso, libre y admirado.

¿Y tú, eres honrado? Si  
   

1 comentario:

  1. hola señor sigue publicando tus trabajos no t confíes ya q estamos apunto de cerrar el segundo bloque t lo encargo sale bye bye

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